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Tickling: ¿te excita que te hagan cosquillas?

Tickling

Que levante la mano quien alguna vez haya empezado dándole unas caricias suaves y cariñosas a su pareja y haya acabado en la cama echando el polvo de su vida. Esas pequeñas caricias con la yema de los dedos que nos ponen la piel de gallina y nos dan escalofríos por todo el cuerpo pueden llegar a ser muy excitantes si te las hace la persona adecuada, ¿no estamos de acuerdo? Pues lo cierto es que esta práctica tiene un nombre y una razón científica. Hoy os explicaremos qué es el Tickling y por qué nos pone a 100 que nos hagan cosquillitas. 

La palabra “tickling” viene del inglés y significa literalmente “cosquillas”. Básicamente, este término hace referencia a la práctica de excitar sexualmente a otra persona mediante caricias y cosquillitas, o incluso llegar al orgasmo y/o potenciar el momento del clímax sexual haciendo cosquillas justo en el momento de máximo placer. Seguro que con esta definición más de uno de vosotros se está sintiendo identificado, y es normal, ya que el hecho de que nos guste e incluso nos excite que nos hagan cosquillas tiene una base científica.

El Tickling se basa en excitar sexualmente a otra persona mediante caricias y cosquillas

Cuando nos reímos, nuestro cerebro libera endorfinas, también conocidas como “la hormona de la felicidad”. Las endorfinas, entre otras cosas, alivian el dolor, liberan el estrés, y nos llenan de una sensación de optimismo que nos hace ver la vida como algo maravilloso. Seguro que sabéis a qué nos referimos. Por este motivo, no es de extrañar que cuando nos hacen cosquillas, nuestro cerebro reaccione pidiendo más y más placer.

Como pasa en todos lados, hay gente que intenta llevar la práctica del Tickling mucho más allá. Por ejemplo, en algunos tipos de BDSM se utilizan instrumentos específicos como plumas para emplear el Tickling como método de tortura erótica, inmovilizando a la persona y haciéndole cosquillas hasta que no pueda más. Se trata de un juego de dominación y sumisión cada vez más popular y, aunque tampoco es necesario llevarlo al extremo, no suena nada mal lo de jugar a excitar a tu pareja haciéndole cosquillas y que se las tenga que aguantar o recibirá un castigo… 

Para practicar Tickling con tu pareja puedes usar las yemas de tus dedos, una pluma, un pincel, un pequeño vibrador o estimulador… Cualquier cosa que tengas a mano para hacer cosquillitas nos servirá. También puedes ir un paso más allá y vendarle los ojos a tu pareja, atarle las manos con unas esposas o unas cuerdas, e incluso usar una mordaza para que no pueda hablar… ¡Lo que más os guste! Lo imprescindible es centrarte en las suaves caricias sobre la piel de tu pareja. Si consigues ponerle la piel de gallina… ¡Ya lo tienes!

Emplear el Tickling es ideal para romper el hielo con una nueva pareja, para calentar el terreno y empezar a excitar a tu pareja mientras veis una peli, o simplemente para probar un nuevo juego de preliminares que aparentemente es muy inocente, pero no os imagináis cómo de excitante puede resultar…