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Efecto Coolidge: lo nuevo nos apetece más

efecto coolidge

Si alguno de los presentes es fan de la popular sitcom Cómo conocí a vuestra madre, seguramente recordará aquel capítulo donde el ligón de Barney Stinson le explica a Ted una de sus inquebrantables reglas de oro: Lo nuevo siempre es mejor”. En ese momento quizás no fuimos muy conscientes de lo que realmente significaba lo que dijo Barney, seguramente simplemente pensamos: menudo salido. Pero lo cierto es que Barney no se equivocaba en absoluto en sus afirmaciones. ¡Y no lo decimos nosotros, lo dice la ciencia! Lo que Barney estaba anticipando es un increíble fenómeno llamado efecto Coolidge.

¿Qué es el efecto Coolidge?

Tanto en los campos de la biología como de la psicología, se ha demostrado en prácticamente la mayoría de los mamíferos que los machos tienen una mayor disposición a tener relaciones sexuales con una nueva pareja antes que con una con la que ya han mantenido relaciones anteriormente. En otras palabras, lo nuevo siempre nos apetece más.

Si lo aplicamos concretamente a los seres humanos, el efecto Coolidge explica que una persona (hombre, en su mayoría, aunque también puede aparecer en minoría en mujeres) pueda estar cansada de tener sexo con su pareja, pero que se excite fácilmente con otro posible compañero sexual.

 

Cuando practicamos sexo con una misma pareja durante mucho tiempo, nuestros circuitos se habitúan a una dosis concreta de dopamina, que es una sustancia que a nuestro cerebro le encanta y le hace muy feliz.

¿Por qué aparece el efecto Coolidge?

El estudio que demostró la aparición del efecto Coolidge fue probado inicialmente usando un experimento con ratas, en el que un macho se aparea con varias hembras hasta perder las ganas. Sufre lo que se conoce como período refractario: un período de recuperación entre la eyaculación y la vuelta a la carga. Sin embargo, al añadir una nueva hembra al grupo, el macho se recupera inexplicablemente y se dispone a aparearse con ella, volviendo a activarse así su interés sexual.

Bueno, realmente no es tan inexplicable. En realidad es más sencillo de lo que parece. Lo que pasa es que cuando practicamos sexo con una misma pareja durante mucho tiempo, nuestros circuitos se habitúan a una dosis concreta de dopamina que, como os explicamos anteriormente en otro artículo, es una sustancia que a nuestro cerebro le encanta y le hace muy feliz. La explicación de este fenómeno es la misma que con el consumo de una droga. Llega un punto en que nuestro cuerpo necesita una dosis mayor para conseguir el mismo efecto, ya que se ha habituado a la dosis anterior.

Por este motivo, encontrar una nueva pareja sexual le da a nuestro cerebro un nuevo chute de dopamina que nos lleva al éxtasis de la felicidad.

El efecto Coolidge y la infidelidad

Llegados a este punto quizá nos estaremos planteando: ¿Cómo evitamos el efecto Coolidge en una relación? ¿Preferimos calidad o cantidad de encuentros sexuales? ¿Es posible que el modelo de la monogamia esté llegando a su fin?

¡Eh, eh! Tranquilas, hombre. Tampoco hace falta ser tan dramático. Es cierto que este fenómeno existe, pero también es cierto que, por suerte, somos seres racionales (al menos, la mayoría) y nuestro comportamiento ha evolucionado más allá de seguir los instintos animales primarios de reproducción. Con esto queremos decir que tu novio no va a perder el culo por tener sexo con otra simplemente por ser la novedad, o eso queremos creer…

Para evitar que esto pase, también es cierto que es importante cuidar y construir una relación. El sexo no lo es todo en una relación, pero tampoco es moco de pavo. Innovar, jugar, salir de la rutina… Son buenas opciones para mantener la pasión y la curiosidad en una pareja. Dejar atrás los tabúes y usar nuestra imaginación para experimentar cosas nuevas pueden ayudar enormemente a mantener la llama y evitar el temido efecto Coolidge.