Relatos

Desliz Navidad: el primer relato erótico de Sex Toys Center

Desliz Navidad

Ya casi es Navidad, y en Sex Toys Center queremos celebrarlo haciéndoos un regalo: un relato erótico navideño. Sí, sí, como leéis. Aparte de ofreceros una amplia gama de productos eróticos para esta Navidad, hemos escrito una pequeña historia picante para que leáis estas fiestas si os aburrís, a solas o en pareja.

 

Relato erótico: Desliz Navidad

Odio las comidas de Navidad. Toda la familia ahí, haciendo ver que se lleva bien y hablando de banalidades. Y yo nunca sé que hacer, y me tengo que quedar mirando el móvil hasta la hora de irnos a casa, como un antisocial. Pero este año es diferente.

Mi prima Silvia se ha traído a la comida a una amiga que se ve que no tenía plan. Se llama Marta, tiene 23 años y parece tan tímida y callada como yo. Está sentada delante de mí, y es guapísima: es rubia, tiene unos ojos color miel preciosos, y unos labios carnosos y brillantes. Lleva puesto un vestido negro muy elegante, con un escote que no puedo parar de mirar. La verdad es que me excita muchísimo.

Mis tíos no han parado en todo el rato de hacerle preguntas, y ella ha ido contestando cortésmente. Hasta ahí todo normal, pero desde que nos hemos sentado a la mesa Marta no ha dejado de mirarme. Cada vez que poso la vista en ella, tiene los ojos clavados en mí y los aparta rápidamente.

Le pido que me acerque una servilleta, que las tiene al lado, y me la da sonriente. De golpe, noto que algo me toca el muslo suavemente y se va acercando hacia mi entrepierna. Cuando la miro, veo que está mirándome con disimulo. Imposible que sea ella. De repente, levanto el mantel, y ahí está su pie descalzo. ¿Qué hace?

Justo después de bajar el pie al suelo y ponerse el zapato, se excusa y dice que se va un momento al baño. Yo la sigo con la mirada, y cuando nadie la ve mueve los labios: “Ven”, y me guiña un ojo. Yo, sin pensármelo dos veces, decido seguirla. Tras unos segundos, me levanto y digo que voy a la habitación a hacer una llamada.

Cuando llego a la puerta del baño, la encuentro entreabierta. Miro hacia atrás por si me ve alguien, y entro de golpe. Ahí están esos ojos almendrados, mirándome directamente con picardía. Entonces, Marta se acerca súbitamente y me empieza a besar apasionadamente mientras me agarra el paquete. Yo, incrédulo, le devuelvo el beso y le cojo la cara por la mejilla con una mano, y el culo con la otra.

Entonces, ella me empieza a quitar la camiseta sin dejar de besarme y la ayudo mientras me acaricia los abdominales con las yemas de los dedos. La cojo de la cintura, y la empujo hasta apoyarla en la pared. Le desabrocho el vestido y ella deja que caiga, quedándose en ropa interior y dejando a la vista unas curvas finas e hipnotizantes. Entonces empiezo a besarle el cuello y a desabrocharle el sujetador mientras aprieto mi miembro erecto contra su muslo, arrinconándola en la pared. Ella gime, y me empieza a quitar el cinturón. Cuando tiene los pechos al descubierto, los acaricio, y lamo y muerdo suavemente sus pezones, que se ponen duros.

Tira mi cinturón al suelo, y se me cae el pantalón a los tobillos. Me los quito del todo y cojo un condón de la cartera. Me lo coge de las manos, y me lo pone ella, acariciándome el pene suavemente. Ya no aguanto más la tensión, y empiezo a embestirla contra las baldosas de la pared del baño. Noto su aliento cálido en mi oreja mientras entro y salgo de ella con fuerza, jadeando. Entonces, ella suelta un gemido y le tapo la boca, por miedo a que nos oigan los de la mesa. Me muerde la mano pícaramente y la aparto, con una media sonrisa.

Me siento en la taza del váter y ella se sienta encima de espaldas a mí. Empieza a subir y bajar, contorneándose mientras la penetro, y la agarro del pelo mientras ella apoya la cabeza en mi hombro. Con la respiración entrecortada, me besa fugazmente. Pongo los ojos en blanco mientras huelo el olor a su suavizante del pelo, cuando de pronto alguien llama a la puerta.

Es mi tía, que le pregunta a Marta si está bien. Me mira con sorna, y dice: “sí, ahora mismo salgo”, disimulando del todo el jadeo. Mi tía se da por satisfecha, y se oyen pasos alejándose de la puerta. ¡Menudo subidón de adrenalina!

Volvemos a la carga, y Marta se pone de cara a mí. La agarro por las caderas mientras ella salta encima de mí, recorriendo mi pene con fervor. Respirando entrecortadamente, empieza a contraer los músculos y a gemir. Yo, acompañando sus caderas con las manos, le recorro el torso y los senos con los labios. Parece que está a punto de irse. Pocos segundos después, noto un cosquilleo en el pene y, soltando un gruñido lo más silencioso posible, me corro en el orgasmo más intenso y furtivo de mi vida. Casi a la vez, Marta cierra los ojos y suspira, dejándose ir también en una espiral de placer y pasión.

Nos quedamos unos segundos respirando, sudados y mirándonos a los ojos sonriendo, y entonces me da un tierno beso en los labios. De lejos se oye la voz de mi madre gritando que ya van a abrir los regalos, y nos empezamos a vestir rápidamente para salir con los demás. Con regalos así, las comidas de Navidad no están tan mal, ¿no?

FIN

 

Esperamos que este relato erótico os haya puesto a tono para esta Navidad. Y a vosotros, ¿alguna vez os ha pasado algo parecido? Igual este año os surge la oportunidad… ¡Contadnos vuestras historias!