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Las fantasías sexuales más comunes
La fantasía sexual es un escenario erótico imaginado que nos excita con solo pensarlo. Lejos de ser algo raro, todos –hombres y mujeres– tenemos fantasías (aunque sea de forma inconsciente) y son mucho más habituales de lo que muchos creen. De hecho, muchas encuestas señalan que 9 de cada 10 personas fantasean sexualmente de forma habitual. Los expertos coinciden en que esta capacidad de fantasear es muy saludable y mejora nuestra vida sexual. Aun así, por prejuicios sociales o vergüenza, la mayoría prefiere guardar sus fantasías en privado.
Aquí exploramos cuáles son las fantasías sexuales que más se repiten en la población, según estudios y encuestas recientes, desde las más “light” hasta las más atrevidas.
Sexo con tu ex pareja.
Fantasear con volver a acostarse con un/a ex encabeza muchas listas de fantasías. Una encuesta británica a más de 2.000 personas reveló que el 55 % de los encuestados deseaba tener relaciones sexuales con su ex. Este dato fue incluso más alto entre las mujeres (57 % en ellas), lo que sugiere que a veces la nostalgia y la química del pasado alimentan estas fantasías. Recordar momentos de pasión con una ex pareja o imaginar “una última vez” es bastante común. ¡Quién sabe! Tal vez idealizamos lo bueno y olvidamos lo malo, haciendo del ex un objeto de deseo seguro en nuestra mente.
Recrear escenas de películas o del porno.
La idea de imitar aquella escena de sexo de tu película favorita o alguna situación de una porno resulta muy atractiva. De hecho, cerca del 40 % fantasea con recrear alguna escena sexual vista en la televisión o cine. Este tipo de fantasía conecta con el juego de rol y la creatividad: ponerse en la piel de los protagonistas de esas escenas excitantes (por ejemplo, el encuentro furtivo en un avión como en cierta película) añade morbo y novedad a la vida sexual imaginaria.
Sexo con una persona famosa.
Fantasías con algún famoso o famosa tampoco faltan. Un gran porcentaje de gente ha soñado con su cantante, actor/actriz o deportista favorito en la intimidad. Según la misma encuesta británica, alrededor de un 38 % fantasea con acostarse con una celebridad. Idealizamos a esas personas atractivas e “inalcanzables”, y precisamente ese carácter de estrella fuera de nuestro alcance hace que la fantasía resulte muy estimulante. Imaginamos que conquistamos a ese ídolo y vivimos con él/ella una noche de pasión digna de revista del corazón.
Fantasear con tu pareja actual.
No todas las fantasías implican infidelidad o gente nueva. Imaginar situaciones ardientes con la pareja de toda la vida es también habitual. De hecho, en encuestas la fantasía de tener sexo con la pareja estable apareció en los primeros lugares (aproximadamente 36 % la mencionó como su fantasía principal).
¿Por qué fantasear con quien ya conocemos? Por un lado, rememorar las mejores experiencias que ya vivimos juntos puede excitarnos de nuevo. Por otro, podemos imaginar a nuestra pareja en contextos diferentes o probando cosas que en la realidad aún no hemos intentado. La confianza ya existe, así que la mente puede volar sin miedo. Esta fantasía demuestra que “lo conocido también gusta”y que podemos desear a nuestra pareja de mil formas novedosas en nuestra imaginación.
Encuentro con un desconocido/a.
La clásica aventura de una noche con un completo desconocido es otra fantasía recurrente. El morbo de intimar con alguien que no conocemos (ni volveremos a ver) aporta misterio y emoción. En una encuesta, un 29 % confesó fantasear con tener sexo con una persona totalmente extraña. Especialmente en el caso femenino, esta fantasía de “sexo casual con un misterioso desconocido” resulta muy estimulante por el hecho de poder adoptar cualquier rol deseado durante la cita, sin ataduras ni juicios del otro. La idea de vivir una noche de pasión desenfrenada con un extraño –y luego cada uno por su camino– combina la curiosidad, el morbo y la libertad de ser quien quieras por una vez.
Sexo con un amigo o compañero “prohibido”.
No hace falta irse a un extraño para fantasear; a veces la tentación está cerca. Imaginar un encuentro sexual con algún amigo cercano o colega de trabajo es bastante común, sobre todo si existe atracción encubierta. Alrededor de una cuarta parte de las personas fantasea con tener sexo con un/a amigo/a (o compañero de trabajo) con quien siente cierta tensión sexual no resuelta. Suele tratarse de ese conocido prohibido –un amigo de toda la vida, un profesor, la pareja de un amigo, etc.– que en la vida real es intocable, pero en la mente todo vale. El morbo de lo prohibido y la cercanía emocional hacen de estas fantasías algo intenso: ¿qué pasaría si cruzáramos esa línea que nunca nos atrevemos a cruzar? En la imaginación, al menos, podemos descubrirlo sin consecuencias.
Tríos y sexo en grupo.
Incluir a un tercero (o más) en la cama es una de las fantasías sexuales más populares. Para muchos hombres es la fantasía número uno: imaginan un trío con dos mujeres que les brindan placer sin parar. No es de extrañar que el trío encabece su ranking. Pero no son solo ellos: las mujeres también fantasean cada vez más con experiencias de trío u orgía. Ya sea un escenario de una mujer con dos hombres, o de una pareja con otra mujer invitada, la idea de ser tres (o más) abre un abanico de posibilidades eróticas. Según encuestas en España, más de un tercio (36 %) de las personas fantasea con hacer un trío alguna vez.
De hecho, entre los hombres es la fantasía favorita, y suelen preferir la configuración de un hombre con dos mujeres (aunque algunos también imaginan dos hombres y una mujer). Las mujeres, por su parte, incluyen los tríos en su “top 5” de fantasías más habituales. Muchas se imaginan experimentando con un hombre y otra mujer a la vez, o incluso siendo el centro de atención entre dos hombres. También la fantasía puede escalar a sexo grupal o intercambios de pareja –las famosas orgías o el swinging–, que aunque menos comunes, no dejan de aparecer en el imaginario erótico de algunos. Sin duda, la posibilidad de multiplicar participantes multiplica el morbo para quien fantasea con ello.
Sexo en lugares públicos o inusuales.
Otra fantasía muy recurrente gira en torno a hacer el amor en sitios poco convencionales, públicos o “prohibidos”. Tener relaciones en un lugar donde exista riesgo de ser descubiertos –por ejemplo en un parque, la playa, un ascensor o el coche estacionado– añade una descarga de adrenalina que muchas personas encuentran irresistible. En las fantasías femeninas y masculinas aparece a menudo esta idea: tener sexo en un sitio público encabeza las listas de fantasías recurrentes de ambos sexos.
El simple hecho de que alguien pueda vernos eleva la excitación a otro nivel. No por nada, es de las fantasías que más gente llega a cumplir alguna vez, al menos parcialmente. Los lugares favoritos que la gente menciona van desde el coche, la piscina, el cine, un ascensor o incluso el baño de algún lugar público. También están las fantasías de escenarios exóticos: muchos sueñan con tener sexo en una playa desierta, bajo las estrellas y con el sonido del mar de fondo (¡como si fuera el paraíso!). Evidentemente en la realidad hay obstáculos –leyes de decencia, cámaras por todos lados– pero en la imaginación podemos revivir esa escena veraniega apasionada sin problema.
Fantasías de dominación y sumisión (BDSM).
El éxito mundial de “50 sombras de Grey” dejó huella en el imaginario sexual colectivo. Hoy en día son muy comunes las fantasías de BDSM. Muchas mujeres confiesan que les excita fantasear con ser dominadas en la cama por su amante. Por otro lado, también las hay que fantasean con la situación opuesta: tomar ellas el control y convertirse en una auténtica dominatrix, haciendo que el hombre sea quien obedezca.
De hecho, el deseo de dominar o ser dominado figura entre las fantasías favoritas tanto de hombres como de mujeres. Los hombres a menudo sueñan con tener el poder absoluto sobre su pareja o con que sea ella quien los someta –¡o ambos!–. Todas estas variantes entran en el amplio terreno del BDSM.
Dentro de estas fantasías se incluye el bondage, por ejemplo: atar las manos o pies de la pareja (o que nos aten a nosotros) para intensificar las sensaciones. Esta práctica, antes considerada muy “kinky”, hoy es relativamente común –un estudio halló que cerca del 30 % ha fantaseado con atar o ser atado alguna vez–. No es casualidad: la literatura y cine erótico han normalizado estos gustos, y las ventas de artículos BDSM se han disparado globalmente tras 50 Sombras. Las cadenas, esposas, látigos y azotes poblan ahora más mentes de lo que uno creería. En definitiva, los juegos de poder –ya sea rendirte ante tu amante o someterlo a tu voluntad– añaden una dimensión psicológica extra al sexo que a muchos les resulta altamente excitante.
Juegos de rol y disfraces.
Otra de las fantasías más populares es interpretar un rol diferente durante el encuentro sexual. Aquí la imaginación no tiene límites: hay quienes fantasean con escenarios de autoridad (el típico juego de profesor y estudiante traviesa, jefe y secretaria, policía y detenido, enfermera y paciente, etc.), mientras otros prefieren simplemente hacerse pasar por desconocidos que se seducen desde cero. Adoptar personajes y usar disfraces permite romper con la rutina y la personalidad cotidiana para desinhibirse al máximo. En el caso de los hombres, este role-playing aparece entre sus fantasías favoritas. Por ejemplo, la fantasía con alguien en uniforme (como “tener sexo con una policía” o policía hombre) es bastante común –en una encuesta fue mencionada por alrededor de 1 de cada 10 personas–, probablemente porque combina la atracción por la autoridad, el morbo del uniforme y el juego de los límites.
Otra variación de rol muy presente en la imaginación es jugar a la prostitución: fingir que uno de los dos es una escort o stripper y el otro un cliente dispuesto a pagar por cumplir sus deseos. Según la sexóloga Alessandra Rampolla, “jugar a ser prostituta” es de las fantasías preferidas tanto en hombres como en mujeres, ya que implica tabú, morbo y liberación de prejuicios. En definitiva, ser otro por una noche y montar una pequeña “escena” puede resultar sumamente excitante en la mente… ¡y también puede llevarse a la práctica con consentimiento y creatividad!
Voyeurismo o exhibicionismo.
Muchas personas obtienen excitación con solo imaginarse en situaciones voyeristas o exhibicionistas. Por ejemplo, fantasear con que otros te observen mientras tienes sexo aparece sorprendentemente como una de las fantasías femeninas más populares. A no pocas mujeres les seduce en su imaginación la idea de ser contempladas durante el acto sexual, sabiendo que están siendo deseadas por esos ojos curiosos.
Como idea: En estas prácticas podéis incorporar huevos vibradores a distancia para usarlos en pareja.
Al mismo tiempo, también fantasean con el lado opuesto: espiar a otras personas mientras hacen el amor, cual película en vivo. Esa transgresión de mirar/ser mirado sin permiso resulta altamente morbosa (siempre en la fantasía, claro).
En los hombres, en cambio, es más común la fantasía de observar actos sexuales ajenos. De hecho, muchos hombres sueñan con ver a dos mujeres teniendo sexo entre sí –es prácticamente un cliché masculino–. Esta escena (dos chicas juntas) es un estándar de fantasía para ellos, alimentada por la pornografía y la idea de lo “prohibido”. Otra fantasía relacionada, algo más delicada de confesar, es la de ver a tu propia pareja teniendo sexo con otra persona (lo que se llama cuckolding o fantasía de “cornudo/a”). Aunque pocos lo admitan abiertamente, la idea de la pareja disfrutando con otro mientras uno observa pasivamente existe en el imaginario de algunos hombres e incluso mujeres. En todos estos casos, el hilo común es la excitación a través de lo visual y lo prohibido: mirar sin ser visto, o exhibirse rompiendo las normas. Son fantasías que juegan con el morbo de cruzar límites sociales, y precisamente por eso resultan tan estimulantes para quien las imagina.
Como vemos, la variedad de fantasías sexuales es enorme, pero muchas de ellas son compartidas por un amplio número de personas. No hay nada de extraño en fantasear; al contrario, forma parte de una sexualidad creativa y sana. Incluso hombres y mujeres coinciden más de lo que pensamos en sus temáticas de fantasía –las diferencias de género en este terreno suelen ser menores de lo esperado–.
Lo importante es entender que fantasear es libre y privado: en nuestra mente podemos explorar deseos, curiosidades y morbos sin límite. Algunas de esas fantasías quizá queden solo en la imaginación y cumplan su función de excitarnos mentalmente. Otras, con la confianza y comunicación adecuada en la pareja, pueden consensuarse para hacerse realidad (al menos en parte) y añadirle picante a la vida sexual real. Siempre que sea entre adultos con respeto, comunicación y protección, ¿por qué no? Como concluyen los expertos, cada encuentro debe disfrutarse con complicidad y sinceridad, manteniendo el respeto mutuo y practicando sexo seguro.
¡Ahora ya lo sabes! Sea cual sea tu fantasía, no dudes en compartirla y expresarla abiertamente con tu pareja. Os haréis la vida más interesante…